miércoles, 25 de noviembre de 2009

DIALOGO CON LA MACARENA VI



Me gusta dejar que mis ojos
que mi mirada, que mi corazón
se pierdan ,cada noche, en el cielo
buscando una estrella,
buscando mi Estrella,
buscándote a ti,
Virgen y Madre de la Esperanza.

Y mientras mis ojos otean el cielo,
te veo, Madre Macarena,
como la Estrella que guía
mis vacilantes pasos,
y mientras busco la estrella,
me gusta pensarme niño,
un niño pequeño,
un niño indefenso,
que necesita tu protección
en medio de la noche,
que necesita tu abrazo
para restablecerse del combate diario,
que necesita tus palabras
para seguir caminando
por este Valle de mi vida.

Y mientras me imagino niño,
me gusta mirar tus manos
siempre abiertas, siempre en espera,
para apaciguar mi alma inquieta,
para acariciar mi alma,
para detener las olas
que contra el arrecife de mi corazón
a diario golpean bruscamente
con miles de dudas,
con miles de puebras,
con ciento de zancadillas
el afán de cada día.

Y viéndome niño,
y mirándote a ti,
veo que me duele el alam
y que tú solo puedes
curar mi herida,
y me siento pequeño,
mientras veo como tú acudes
a mi angustioso grito
y llenas de esperanza
esas noches oscuras,
esas noches vacías
en las que hasta Dios
parece ausente
y, entonces, sólo en ti
mi alma encuentra consuelo
para tanta duda,
para tanta pena,
para tanto dolor,
para tanta zancadilla
para tanto malintencionado zascarillo,
Madre mía Macarena.

VÍCTOR HERNÁNDEZ MAYORAL
25 de noviembre de 2.009

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