Señora, déjame beber de tu esperanza,
déjame vivir mi vida con la fe
que viviste tú la tuya.
Una fe valiente,
que te hizo entender
como obra de las manos de Dios
todo lo que acontencía en tu vida.
Señora, déjame beber de tu esperanza,
déjame vivir mi vida con la fe
que viviste tú, la tuya.
Enciende la fe en mi corazón,
la fe que ilumine mis horas,
y haga de mis quereres,
los quereres de Dios.
Señora, déjame beber de tu esperanza,
déjame vivir mi vida con la fe
que viviste tú, la tuya.
Educame, en tu escuela, Madre,
para que en cada instante de mi vida
sepa caminar siempre,
por las senda de Dios.
Señora, déjame beber tu esperanza,
déjame vivir mi vida con la fe
que viviste tú, la tuya.
Sé mi consuelo, Madre,
en las muchas desalientos
que la vida me ofrezca
y mi corazón se llene,
como tu rostro de la Sonrisa de Dios.
Señora, déjame beber tu esperanza,
déjame vivir mi vida con la fe
que viviste tú la tuya.