A pesar del dolor de la muerte,
de la espada de amargura
que rasga tu corazón,
sonríes Madre de Esperanza.
¿Cómo no sonreír
si tu Hijo te ha dejado
para alumbrar el camino
de sus hermanos?
A pesar de la imagen
en tu retina detenida,
de su cuerpo destrozado,
de a soledad de su alma
sonries Macarena.
¿Cómo no sonreír
si tu Hijo te ha dejado
como consuelo
de sus hermanos?
A pesar del silencioso eco
de los martillos
que clavaron sus manos
en tus oídos,
sonríes Esperanza.
¿Cómo no sonreír
si tu Hijo te ha dejado
como alegría
de sus hermanos?
A pesar de tu dolor,
y viendo mi pena,
sonríes, Señora,
para que yo sonría,
para que no caiga,
para que siga en pie
a pesar de mi Calvario,
a mi pesar de mi tristeza.
¿Cómo estar triste
mirándo tu sonisa,
viendo tu penar
como puedo llorar yo el mío?
VÍCTOR HERNÁNDEZ MAYORAL
28 de abril de 2.010