jueves, 29 de mayo de 2014

DIALOGO DE ESPERANZA

Vine, ¡un día más!
inquieto, intranquilo,
nervioso, inseguro,
cubiertos, de polvo, mis píes,
sin ganas de sonreir.

Llegue, ¡como otras veces!
cargado de lágrimas,
el corazón, de penas,
cansado el alma,
sin ganas de sonreír.

Y entre, ¡otro jueves!
Sin osar, a buscar,
mis ojos tu mirada,
y te vi rodeada de cera,
de flores blancas.

Y en aquella hora,
¡otra no pudo ser!
el agua de mi cántaro,
insípida, triste, cansada,
se transformo, al sentirte,
tan cercana,
en oloroso vino,
repleto de ti, Esperanza.

VÍCTOR HERNÁNDEZ MAYORAL
29 de mayo de 2.014

miércoles, 22 de junio de 2011

DIALOGO CON LA MACARENA




Quiero dar las gracias a Loli Garrido por esta imagen que ilustra este Dialogo de hoy, creo que esta imagen dignifica más que ninguna otra lo que mi corazón no puede expresar con palabras en este día. Gracias Loli y este dialogo va para ti.





Madre, llegado un nuevo otoño,
vestidos de añoranza los árboles,
vuelve, tras mucho tiempo,
a remover las tierras de mi corazón,
ahora, en silencio barbecho,
después de muchos veranos en secano.

Limpia esta tierra,
de las piedras y guijarros
que han ido posando en ella
las tormentas de agosto,
las lluvías de otros otoños,
de otras primaveras.

Abona de Esperanza esta tierra,
surcada por tus manos,
y planta en ella, de nuevo,
Madre, este nuevo otoño:
la palabra de tu Hijo.

Ven, de vez en cuando,
a cuidar, en las tardes de invierno,
tu siembra, para que el frío no la dañe,
y al llegar la primavera,
la tierra pueda germinar en fruto nuevo.

Hortelana del cielo,
cuando llegue la primavera,
riega la siembra de este huerto,
con el Agua de la Acequia
que Pilato sentencia.

Cuando germine la espiga,
Segadora de San Gil,
en granos de nuevo trigo;
corta con tu hoz las espigas,
llévalas al molino
para que la piedra muela
la semilla que tu plantaste
y se convierta mi corazón
en nuevo Pan, en las manos
de tu Hijo, Madre de la Esperanza,
para que vuelva a ser sentenciado,
una vez más, en una nueva Eucaristía.

miércoles, 15 de junio de 2011

DIALOGO CON LA MACARENA





Así, es como te necesito, Madre,
cercana, a pesar de las velas,
próxima, a pesar de los cirios,
senda que me lleva a Jesús
a pesar de los guijarros,
a pesar de las caídas,
tú eres el mejor camino
para a tu Hijo, llegar.

Al llegar la noche,
con el último rayo del sol,
y antes de aparecer
la primera estrella del cielo,
tu sonrisa embaraza de esperanza,
anuncia ya la Aurora de un nuevo
amanecer, de la manaña.

Ante el frío siempre nuevo
de un presentido otoño,
tus manos me dan cobijo,
cubriendo mi desnudez
cada nueva noche,
cuando desde el lecho
te llamo, con el mismo
nombre que Jesús: Madre.

Ante el amargo sabor
de las olas del mar,
tiendo mis manos a tus manos,
y tiendóndome tu panuelo,
enjugas mis lásgrimas
y me regalas un nuevo beso
y me das fuerza para reanudar
mi camino cada mañana.

miércoles, 1 de junio de 2011

DIALOGO CON LA MACARENA



Tus plantas, Madre, no necesitan
ricos damascos, ni orópeles,
tus plantas necesitan una alfombra
tejida con el fruto de la abeja
por tu barrio y hermanos
en una Noche de primavera.

No necesitas, Madre,
exóticos áromas,
traídos de más allá del Oceano,
o en Caravanas de la India,
pues sólo con los pétalos
del azahar que florece,
cada año, en primavera,
ya te sientes dichosa.

No necesitas, Madre,
que un ofebre juegue
con oro, plata, diamantes,
para ofrecerte una presea,
pues ¡qué mejor corona,
para ceñir tus sientes,
Madre Macarena,
que el corazón de tus hijos,
de tu barrio, de tus hermanos!

¡Qué puedo darte, Madre,
para embellecer tu rostro,
si en él, se refleja el cielo
y ante la muerte, como Macareno,
sólo espero llamar a la puerta
de la Casa del Padre,
un día de otoño, o invierno,
y qué seas tu quien me abra!

¡Qué más puedo anhelar
y esperar que esa hora,
¡dichosa hora!, en que
ya nadie pueda separarme
de mi Madre del Cielo!

¡Qué más puede hacer dichosa
esa gloriosa hora,
que sentirse en el cielo
con su Madre Macarena!

miércoles, 25 de mayo de 2011

DIALOGO CON LA MACARENA



Dios puso en tu rostro

las lágrimas de mis ojos,

para secar el llanto

de mi pena

y llenar mi alma de ti,

Esperanza.


Tu sonrisa apenada,

es alegría, es dicha,

para mi espíritu

enfangado en el llanto,

en la pena, en el dolor,

Madre Macarena.


Tu sentimiento,

es igual que el mío,

cuando te miro

y llorando te llamo

y mirándote sonrío

porque soy todo tuyo:

Macarena.

miércoles, 18 de mayo de 2011

DIALOGO CON LA MACARENA





Me gusta sentirte, cercana,
aunque no esté ante ti,
aunque no entiedan
como puedo sentir lo que siento
ante ti. ¿Acaso un Hijo
puede tener sentimientos contrarios
ante las distitas fotos de su Madre?

Y me gusta mirarte, así,
como ahora, en la noche,
y mirándote pensar en ti
y sentirte Esperanza
y sentirte Madre.

Y me gusta, cuando estoy triste,
como puedo estarlo estar tarde,
alejarme de los ruidos de mi calle
y buscarte en el horizonte,
y gritar al aire tu nombre
y escuchar al eco responder,
una y otra vez: Esperanza.

Y viendo viajar el eco de mi voz,
imaginar, pensar, soñar,
que lleva mi grito sobre su lomo,
como un caballo blanco,
hasta el Arco que es puerta
de tu casa de la tierra,
y él pone ante ti, lo que yo,
por la lejanía no puedo,
mi grito de hijo en la distancia
que te llama, una vez más:
Madre de la Esperanza.

miércoles, 2 de febrero de 2011


Ahora, que la noche avanza,
que la luz de la aurora
aún no pueble el cielo de la noche
con nuevas esperanzas,
un golpe de martillo
para tu paso ante mí,
en cualquier calle de Sevilla.

Y mientras estás parada,
al calor de las velas,
todas encendidas,
que iluminan tu rostro
que consuelan tus lágrimas
con promesas y palabras
de hijos que saben hablarte
mejor que yo lo hago.

Quisiera preguntarte,
en esta nueva Madrugá,
¿Qué has visto en mí, Madre,
para aceptarme como hijo,
con mis fallos, y mis errores?

Quisiera preguntarte,
Madre de la Esperanza,
¿Por qué a pesar,
de mis imperfecciones,
has llenado mi alma
con las flores que hoy te ornan?

¿Por qué me has regalado
para vivir, las más hermosas flores,
con las más hermosas espinas
para hacer mi camino,
para sentirte más próxima?

Y, la mano del capataz,
siempre presente,
golpea el martillo
y el palio se pone en píe,
me miras en la noche
y antes de que salga el sol
me respondes:
Soy tu Madre.