martes, 19 de enero de 2010

PADRE NUESTRO AL SEÑOR DE LA SENTENCIA


Padre Nuestro que eres injustamente sentenciado a muerte
por enseñarnos que tu Reino no es el Reino de la violencia,
sino de el de esa mierada tierna y dulce que busca, a diario, alguien que le comprenda.
Padre Nuestro que eres injustamente condenado a muerte,
por enseñarnos que la importancia no está en el tener
sino en el dar y sobre todo en el darse uno mismo
como tú te nos das cada día en el Pan de la Eucaristía.
Padre Nuestro, que eres injustamente condenado por una Sentencia
que nos enseña el valor el verdadero Amor
que nos hace preguntarnos cada día:
¿qué puedo hacer yo por mi hermano?
En tus manos maniatadas confiamos,
porque estan llenas de Esperanza,
y esperas cada día que sepamos volver a ti nuestros ojos
con la confianza con la que Pedro, en la noche del Jueves Santo,
cuando por tres veces te negó,
busco en tu mirada un poco de compresión, un poco de amistad.
De tus manos amaniatadas esperamos
el perdón para nuestros muchos pecados
para nuestras mucas faltas de cada día,
para nuestro alejarnos de ti
y siempre, a pesar de estar atado,
quédate con las manos abiertas para perdonarnos.
Enséñanos Padre de la Sentencia
a perdonar, como tú perdonaste
a Pilato que te condena,
a los romanso que te torturan
y de ti se burlan coronandote de espinas,
como perdonaste al que te quito el manto,
y al que te clavo en la Cruz.
Que nosotros mirándo tu ejemplo
perdónemos a todos los que nos ofenden
y sepamos pedir perdón
y sobre todo brindar perdón.
Enséñanos Padre de la Sentencia
no a pedir el pan para nosotros mismos,
sino el pan para cada hombre y mujer
que a nuestro lado tienen la necesidad
de una palabra de aliento,
de una sonrisa,
de un gesto de amistad,
de un pedazo de nuestro pan
con el hermano necesitado,
con el hermano solitario,
con el que vive sus días en la más absoluta pobreza
que es no tener a nadie con quien compartir la vida.
Conviertenos en constructores de un mundo nuevo,
donde se valore a la persona por lo que es
y no por lo que tiene,
donde cada hombre o mujer no se siente extraño,
donde cobijemos a todos,
donde no discrimenemos a nadie,
donde luchemos por defender la justicia, frente a la injusticia,
la paz frente a la guerra y la violencia,
el amor frente al odio,
el perdón frente al rencor,
Donde no condenemos a nadie,
y estemos siempre abiertos a comprender
los fallos de los hermanos cm tú perdonas nuestros fallos.
donde quien nos vea diga: "Este es hemano o hijo
del Señor de la Sentencia y su Madre la Macarena".
Abre nuestros corazones a tu voluntad,
a pesar de que muchas veces no entenedamos
o no podamos aceptarla,
abre neustros corazones a tu voluntad,
y enséñanos a beber el cáliz del dolor,
el cáliz de la incomprensión, el cáliz de la traicción,
como tú lo bebiste en tu Pasión,
Señor de la Sentencia,
para que un día podamos gozar de la morada
que tú nos tienes preparada en el cielo,
junto a María Santísima, tu Madre y nuestra Madre
de la Esperanza Macarena.
VÍCTOR HERNÁNDEZ MAYORAL.
19 de Enero de 2.010

No hay comentarios:

Publicar un comentario