jueves, 17 de diciembre de 2009

DIALOGO CON LA MACARENA IX. BESAMANOS DE DICIEMBRE 2.009


Quiero poner en tus mano,
a pesar de la distancia,
a pesar estar ausente,
en tus manos mi beso
y con él ¡tantas cosas,
que tú sólo Madre conoces!
Dejar en tus manos,
en las manos de la mujer
que cargara el agua
de la fuente a la mesa,
de la fuente al hogar,
mi beso en la distancia.
Dejar en tus manos,
tus manos de mujer esperanzada
que prepara en otro adviento,
sin conocer los planes del Padre,
la cuna, la sábanillas, la primera ropa
que cubrió en la tierra,
la desnudez de Dios hecho carne.
En tus manos madre,
quiero dejar mi beso,
en las manos donadas
a Dios para hacer de ellas
un cielo, donde soñará
el Dios Niño en Nochebuena,
las manos que levantaron
al Niño cuando vacilante
daba sus primeros pasos,
y hoy me levantan
en mis caídas,
en mis torpes pasos.
En tus manos Madre
quiero dejar mi beso,
en las manos
¡qué tantas noches
esperaban en vela la Hora,
anunciada en Caná,
pronunciada en el Templo!
En tus manos Madre
quiero dejar mi beso,
en las manos abiertas,
las manos que se aferraron a Juan,
en la Hora de la Cruz,
cuando tu corazón
era rasgado por la Espada
de la pena y el dolor.
En tus manos Madre
quiero dejar mi beso,
en las manos que recogieron
el fruto caído del Verde Árbol,
cuando todo era muerte,
cuando todo era noche.
En tus manos Madre
quiero dejar mi beso,
en las manos llenas de Esperanza,
que se llenaron de alegría
una Madrugada,
cuando todo era miedo,
silencio, desesperanza,
fracaso y soledad.
En tus manos Macarena,
quiero dejar en este día
mi beso, como cada Madrugá
Sevilla te ofrece su llanto,
te ofrece sus gozos,
te ofrece sus ilusiones,
para que esas manos
que ahora en la distancia,
beso, las llenes de cielo,
las pongas en las manos del Padre,
y vengan de él Consuelo,
esperanza, alegría.
En tus manos Macarena
quiero dejar mi beso.
VÍCTOR HERNÁNDEZ MAYORAL
17 de diciembre de 2.009

miércoles, 9 de diciembre de 2009

DIALOGO CON LA MACARENA VIII



Ahora, en la noches,
alrededor de tu Basílica
se pueblan de luces,
y el eco del bronce y el tambor
susurran casi en silencio,
notas que son nanas.

Tú en tu Basílica
miras tu vientre
convertido en Esperanza,
la Palabra hecha Carne
habita impaciente la llegada
de una nueva Navidad.

Sevilla se puebla de aromas,
aromas que vienen de San Clara,
que vienen de las alacenas
de Conventos donde blancas manos,
preparan, ya los dulces,
que en la Noche festejaran su llegada.

Tu en tu Basílica
miras tu vientre
convertido en Esperanza,
la Palabra echa carne,
espera impaciente
la llegada de una nueva Navidad.

Los niños sueñan villancicos,
mientras esperan
que en el cielo de Sevilla,
nazca una nueva estrella
que guíe el camino
que desde el lejano Oriente
lleve a tres Magos
a tus benditas plantas.

Tú en tu Basílica
miras tu vientre,
convertido en Esperanza,
la Palabra echa carne
espera la llegada
de una nueva Navidad.

Y en Belén,
Casa del Pan siempre nuevo,
espera el panadero
el fruto de trigo de tu Espiga
para hacerlo alimento,
para hacerlo sentencia
para hcerlo Vida.

Tú en tu Basílica,
miras tu vientre
donde habita la Palabra
que espera, impaciente,
la llegada de una nueva Navidad.

VÍCTOR HERNÁNDEZ MAYORAL
9 de diciembre de 2.009

miércoles, 2 de diciembre de 2009

DIALOGO CON LA MACARENA VII



Una noche de otoño,
¡dichosa noche!
Dios, ofebre del cielo,
con hilos de filigrana
y estrellas de nácar,
las más hermosas,
te hizoa una diadema.

Otra noche de aquel otoño,
¡Dichosa noche!
Dios, ofrebre del cielo,
con un cuchillito de oro
labro de blanca plata,
un hermoso zapato
con la luna del cielo,
para tus plantas.

Otra noche de aquel otoño,
Dios, bordador del cielo,
con flores e hilos de oro,
¡las más hermosas,
las más bellas
de aquella primavera!
bordo en el cielo un manto,
y te vistio con él.

Otra noche, de aquel otoño,
Dios alfarero del cielo,
en su torno alfarero,
esculpió tu imagen
eliminando impurezas,
te hizo la más hermosa,
la más Pura y Limpia,
de cuantas mujeres
pisaron nunca en la tierra.

Y viéndote toda hermosa,
durmió, soñó, descansó
por que en ese momento,
con tu presencia,
la creación de su mano obra,
ya era toda perfecta.

Y soñando, soño un jardín,
y lo llamo Sevilla,
y te nombró jardinera
y te ofreció todas las flores
que en el jardín nacían
y a la rosa más hermosa
la llamo con tu nombre:
Pura, Limpia, Macarena.

VÍCTOR HERNÁNDEZ MAYORAL
3 de diciembre de 2.009