Dios puso en tu rostro
las lágrimas de mis ojos,
para secar el llanto
de mi pena
y llenar mi alma de ti,
Esperanza.
Tu sonrisa apenada,
es alegría, es dicha,
para mi espíritu
enfangado en el llanto,
en la pena, en el dolor,
Madre Macarena.
Tu sentimiento,
es igual que el mío,
cuando te miro
y llorando te llamo
y mirándote sonrío
porque soy todo tuyo:
Macarena.
Siempre tan profundos y bellos tus diálogos que Ella escucha y le encantan.
ResponderEliminarUn besazo hermano.